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"Soy polifacética por naturaleza"

  • Romina Di Biase y Martín Uriarte
  • 23 jul 2016
  • 11 Min. de lectura

“No podría hacer una sola cosa” dijo Adabel Guerrero. “No me conformo solamente con bailar; si fuese solo por el reconocimiento me bajo ya del escenario”.

Luego de su clase de teatro en ETBA Adabel se hace un tiempo para charlar de manera relajada entre una ronda de mates en el bar de la escuela sobre su visión del mundo artístico y lo importante que es romper las estructuras y lanzarse a explorar.

¿Qué dice tu tarjeta de embarque? ¿Bailarina, actriz, cantante, artista?

A.G: Si tengo que poner un rótulo, artista; pero si me defino con mis propias palabras curiosa. Tiene que ver con que me divierte investigar y ser creativa; pero para ser creativo hay que tener cierta técnica. Creo que los mayores creadores fueron muy estudiosos y estructurados y recién ahí rompiendo la estructura, pero con conocimiento y experiencia, se puede llegar a ser creativo. En mi caso, para inventar una coreografía que sea distinta y creativa tengo que saber de baile; tenes que saber la técnica para luego romperla.

Si la vida fuera infinita, ¿qué otras cosas te gustaría probar?

Todo. Me da mucha ansiedad esta vida porque siento que no me alcanza para todo lo que quiero hacer; quiero hacer muchas cosas. Soy terrible, cuando era chiquita quería ser astronauta. Desde los 9, 10 años le pedía a mi mama que me ensañara a hacer algo, un molde, dobladillos, porque ella era modista. Hoy por hoy en mi casa hago los almohadones, las cortinas, un azucarero hice también. Amo hacer esas cosas. Lo que me fascina es imaginarme algo que quiero y tratar de plasmarlo. Ahora me pasa por ejemplo que me quiero hacer yo misma los vestidos de tango, el último lo hice con mis propias manos. Me la rebusco y soy caradura. Así con todo, inclusive cuando me metí en la facultad de Psicología.

Eso es interesante, ¿por qué elegiste psicología?

Porque a los 16, 17 años pase por una situación fea y me ofrecieron hacer terapia. Si bien no sabía de qué se trataba acepte porque necesitaba ayuda. Al principio tenía cierto prejuicio hacia la terapeuta pero terminé estando 5 años con ella (risas). Solía ver el programa de Bucay y me parecía muy interesante lo que decía. Hasta me leí todos sus libros; también leía a Osho y una vez mencionó algo del yin & yang y por dentro hice un clic y me lo tatué a los 18 años; en realidad solía escribírmelo con una biróme para no olvidarme eso que había leído y un amigo me dijo, a modo de chiste, “¿por qué no te lo tatúas?” y así fue. Me lo tatué. Ahí empecé a ser un poco estudiosa con lo relacionado a la autoayuda, la metafísica también; leo un montón. Hoy veo la terapia de otra manera porque tengo un conocimiento de cómo es, pero en su momento encontré un apoyo que no tenía en ningún otro lado. Yo estaba trabajando y no estaba bien en ese lugar, entonces la psicóloga me alentaba para que fuese a audiciones y por adentro mío pensaba “es re difícil que me elijan y después no soporto llegar a mi casa con esa angustia de no ser elegida”, pero ella insistía en que tenía ese espacio de terapia para hablarlo y ahí me animé, porque sabía que podía soportar el fracaso, en el sentido de querer algo mucho y que no ocurra. Por más que hoy en día me cueste aplicarlo (risas), lo transito de otra manera; uno va teniendo otras herramientas y aprende. Es hasta el día de hoy que hago terapia. Me parece un mundo fascinante.

¿Te acordas cuando fue ese cambio de mentalidad?

A los 20 años deje de bailar clásico porque decían que estaba gorda y me cansé. Di un portazo en pleno ensayo de Iñaki, con Iñaki adentro, y me fui. No aparecí nunca más. Y eso que la tía de Iñaki, Lilian Giovine, en su momento me había dicho que me vaya a vivir a la casa de ella porque yo vivía sola; ese tipo de vínculo teníamos. Así y todo colapsé, estaba harta. Después de unos años los volví a ver.

¿Y cómo fue el reencuentro con el baile?

Deje de bailar por casi dos años, trabajaba de mesera en un bar en La Plata y me puse a estudiar psicología en la Universidad de allá porque quería investigar más en profundidad eso que tanto me había ayudado. Es eso de querer saber hacerlo y no que otro te lo haga. Pero al tiempo, luego de esos casi dos años, sentí una necesidad. No puedo vivir sin el baile, es mi mundo, mi vida.

¿Qué es el baile para vos?

Para mí es un mundo de exploración. Te da una disciplina, porque todos somos indisciplinados. Yo soy por naturaleza indisciplinada, hija del rigor, vaga y divagante (risas). Entonces a mí la danza de chiquita me estructuró; desde los 8 años me levantaba a las 6 de la mañana, me hacía un rodete, me tomaba el colectivo en la esquina de mi casa, iba a danza, de ahí al colegio y después a la profesora particular. La danza me contuvo, me ayudó a soportar muchas cosas, no solo por lo que genera el expresarse físicamente y la energía que uno pone ahí, el descargar en el baile, sino por el entorno que también me contuvo. Yo tenía a mis amigas ahí y mis profesores eran como los papás de todas.

¿Y lo de tomar clases de teatro de dónde surgió?

En las muestras a fin de año de la escuela de danza clásica nos hacían hacer coreografías o crear personajes. De ahí tengo un poco de teatro, pero es un teatro corporal, no hablado. Eso es lo que vengo a investigar ahora acá, en esta escuela. También me pasa que siento que hay algo con mi voz y en el teatro puedo investigar eso.

¿Qué pasa con tu voz?

Todo el mundo me dijo por años que tengo una voz aniñada que no coincide con mi cuerpo. Al principio me molestaba, me enojaba, fui a la fonoaudióloga y ahí empecé a estudiar canto.

¿Y ese mundo del canto cómo es para vos?

Me parece que cantar es algo tan placentero, en la ducha (risas).. porque cuando canto delante de la gente sufro un montón esa exposición. Cantar tiene que ver con algo vibratorio. Es una vibración en sí; te coloca en otro estado. Cuando vos cantas sos un instrumento y se siente la vibración en el cuerpo. Cuando estoy triste por ejemplo me pongo a hacer mantras y la vibración sube. Es algo energético, muy impresionante. La danza también te hace vibrar; la música entra y hace vibrar tu cuerpo; tiene que ver con la descarga de energías, con las distintas dinámicas de la energía según la música. No importa si el que lo está mirando entiende o no eso que ocurre en mi cuerpo, creo que pasa por uno como artista el que pasen esas cosas por el instrumento. Eso es sanador, es sublimatorio. Y con respecto a la actuación, a lo largo de las funciones, me parece muy interesante conectarse con ese personaje que algo tiene que ver con uno pero al mismo tiempo no, y a la vez te estas conectando con un compañero y estás viviendo algo con alguien que no vivirías en la realidad y experimentas sensaciones. También eso es vibracional. Eso me parece súper interesante y lo uso en la vida.

¿Dentro de 10 años como te ves?

Eso es una de las cosas que más ansiedad me da porque no tengo nada definido. Por un lado siempre me paso que cuando tengo una meta clara voy tras ella y la consigo; ahora, cuando no tengo una meta clara y definida no consigo nada porque no tengo la energía depositada en ningún lugar, pero si bien eso me genera ansiedad lo uso para abrir la cabeza, la visión y ver que hay y dejar que surja, que fluya, que aparezca algo que me llame la atención porque me aburro sino. Yo no podría hacer una sola cosa. Una persona me dijo una vez “¿por qué no haces lo que sabes hacer y listo?” y me quedé pensado y sigo pensando si tiene razón o no. Igual más allá de eso, no me conformo solamente con bailar porque, ¿para qué bailo y me subo al escenario? ¿Para que canto? ¿Cuál es el sentido de hacerlo más allá de mi placer personal o de que a otro le guste lo que hago? Termina ahí en ese caso. Siempre estuvo presente esa pregunta en mi: ¿por qué que me dedico a esto? Si solo fuese porque los artistas necesitan el reconocimiento, los aplausos, sería muy feo. Me bajo ya del escenario si bailo sólo para eso.

¿Y llegaste a una respuesta?

A la gente le proporcionas una hora y media de sacarlos de sus conflictos, preocupaciones; por eso es importante para el artista emocionar al espectador, poder movilizar cosas en la persona que te está viendo y me pasó mucho con Stravaganza cuando la gente nos agradece con lágrimas en los ojos haber vivido una hora y media de esa magia. Ahí es cuando me siento bien al haber podido generar eso.

¿Cuál fue tu mayor logro artístico hasta ahora?

No sé si hay uno mayor que otros. Todos fueron como un escalón más para algo; todos fueron muy importantes porque hago una gran variedad de cosas entonces todos fueron grandes desafíos. Por ejemplo cuando hice Doña Flor, no había hecho ninguna clase de teatro y encima era un papel protagónico; después cuando hice el Diluvio que Viene tenía una semana de ensayo en una obra que ya estaba montada, venían de toda una temporada de verano pero una actriz se bajó y ahí entre. Por eso digo que soy hija del rigor.

¿Y en cuanto a lo personal?

El mayor logro fue tener una pareja estable de tantos años. Si bien soy noviera de años, Martín es la persona con la que más estuve. Yo me preguntaba si era posible, y hoy me aferro a que sí es posible después de que el año pasado nos separamos y volvimos. Ahora se a todo lo que hay que renunciar, sé que soy capaz de renunciar y también se a lo que no voy a renunciar. Creo que fue importantísimo haberme separado de Martín porque fue un crecimiento enorme para los dos y en consecuencia uno de los logros más importantes en lo personal es haberme decidido a querer ser madre, y eso que pensé que nunca me iba a decidir porque soy obsesiva con el trabajo, de trabajar 12 horas por día, y el no trabajar por todo un año me hacía dudar.

¿Y en las vacaciones logras desconectarte de todo?

No, no paro. De la única manera que me puedo desconectar es cuando me voy de viaje. Lo más lindo en el mundo es viajar, conocer otra gente, otro olor, otra cultura pero igual así no paro o muy poco y sin embargo lo disfruto mucho porque por ejemplo este año con Martín estuvimos por Las Vegas y vimos 8 espectáculos y vine cargada de ideas, renovada de energía. Uno se alimenta de esas cosas, pero no me pidan ir a una playa a tomar sol porque me muero.

¿No podes quedarte quieta?

No, tengo que hacer actividades. A lo sumo estoy una hora pero si me quede dormida. Soy muy activa, algo tengo que estar haciendo, todo lo que tiene que ver con descubrir. Una vez nos fuimos a México, a Cozumel a bucear porque quería descubrir que había debajo del mar, y eso que le tengo pánico al agua.

¿De verdad le tenes miedo?

Terror. Una de las primeras películas que vi cuando era muy chica fue Tiburón y quedé impactada. Es el día de hoy que me meto en una pileta y si zambullo con los ojos cerrados los tengo que abrir. Entonces, imagínate que antes de bucear me avisan que no hay tiburones, les creo, me meto al agua y abajo me hacen la seña de que hay un tiburón, y al haber buceado 18mts no podes subir de golpe. Me agarré al instructor y no me solté en toda la excursión (risas). Pero más allá de la anécdota graciosa, disfrute ver que hay otro mundo increíble, por más que a través de los medios de comunicación podes ver todo; es alucinante verlo uno mismo. Y eso es lo que me hace estar de vacaciones, ese poder asombrarme de algo, porque si ese poder de asombro no está ya me aburro.

¿Aun así con todas las cosas que haces te consideras vaga?

Yo me defino vaga al tener que cumplir obligaciones estructuradas. Cuando tengo que cumplir una rutina que me aburre un poco me cuesta un montón poder continuarla, porque si es algo que me interesa estoy como Sarmiento ahí.

Por ende tus días son siempre distintos ¿no?

Sí. Un día planeo una cosa y al otro ya hice otra. Sin embargo por más que me altere un poco el hecho de no tener estructura al sentirme estresada, sobrecargada de actividades u otras veces al revés, que no sale nada, en sí misma la estructura no la soporto.

¿Y cuándo bajas de esa vorágine?

Me cuesta, pero el momento de cenar con Martín me baja y el momento de la ducha es muy importante; agua bien caliente para relajarme y pensar en cómo fue el día.

¿Tenes una bebida o un trago favorito?

No. Depende para qué me gusta algo distinto. Por ejemplo si es una fiesta, caipiriña. Cada bebida me hace acordar a algo en particular, y en el caso de ese trago me remonta a Brasil y entonces a partir de ahí si vamos con Martín a un boliche es caipiriña. Cada lugar representa una bebida en particular, bastante simbólicas son las bebidas.

¿Quién es la persona en quien más confías en tu vida?

Martín, mi pareja. También tengo un par de amigos que confío con los ojos abiertos.

¿Te acordas cual fue el mejor consejo que te hayan dado en la profesión y quién te lo dijo?

El otro día hablaba justo con Martín de la perfección porque tengo una banda y veníamos de un ensayo y él me decía que había salido perfecto y yo me acordé de una anécdota que una profesora mía de la escuela de danza, Christina Gallego, me dijo a los 9 años: “no te pongo 10 porque siempre hay algo para mejorar; la perfección no existe”. Es muy cierto desde el punto de no querer llegar a la perfección porque no existe, siempre hay algo por mejorar por suerte porque si llegas a la perfección es aburrido, ya está, no hay nada más que investigar, que mejorar. Hay que aprender a disfrutar de lo que sí está y no siempre ver lo que falta, disfrutar el proceso.

¿Cómo es eso de la banda que mencionaste?

Siempre en todos los trabajos en los que iba y había alguna banda en vivo, al momento en que se ponían a probar sonido me ponía a cantar con ellos. Hace mucho que quiero cantar pero no sabía bien que y si bien lo considero muy difícil por esa exposición que mencionaba antes, tenía que ser algo que disfrutara y que la gente también disfrute, entonces se me ocurrió armar una banda de covers de cumbia para animar fiestas. Martín un día fue al banco, se puso a charlar con el que lo atendió y este chico le dijo que tenía una banda y que la cantante se había ido a lo que Martín le comentó que yo quería hacer una banda. Entonces me junto a tomar un café con este chico del banco y me dice “no te preocupes yo la armo”. A las dos semanas me llama para avisarme que ya estaba lista. Y ahí arrancamos. Estamos sacando temas, ya tenemos 8.

¿Cuál es el nombre de la banda?

Por ahora es banda dominguera, porque ensayamos los domingos, pero claramente no va a quedar así, después le podremos un nombre. Estoy muy contenta. Este año es un año de investigación, de muchas cosas nuevas.

De pronto, sin nadie darse cuenta pasó más de una hora y la entrevista debía llegar a su final. En ningún momento Adabel escatimó sonrisas y en la despedida no fue la excepción. Tras haber pasado un momento agradable, según sus propias palabras, partió de la Escuela de Teatro de Buenos Aires con una sonrisa inmensa, sin demostrar signo alguno de cansancio tras un largo día de actividades. Motivos para estar contenta le sobran.

 
 
 

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